Vender lo que haces: cómo generar ingresos con tus productos artesanales
Vivir de lo que haces con las manos es un sueño compartido por muchas personas. Pero transformar ese sueño en una fuente de ingresos real, constante y sostenible implica tomar decisiones estratégicas y adaptarse a los tiempos.
Porque no basta con hacer cosas bonitas. Hay que venderlas. Y eso —aunque a veces incomode admitirlo— es un oficio en sí mismo.
En este artículo quiero hablarte, desde mi experiencia, de las distintas formas de vender tus productos artesanales. Las que yo mismo he probado, las que he visto funcionar en otros compañeros de oficio, y también aquellas que conviene mirar con lupa antes de lanzarse de cabeza.
No se trata de elegir una sola vía, sino de entender qué opciones tienes, cómo combinarlas y en qué momento puede convenirte cada una. Porque no es lo mismo estar empezando que llevar diez años en esto.
Y aunque no hay fórmulas mágicas, sí hay formas más inteligentes (y menos dolorosas) de intentarlo.
Vamos allá.
1. Montar una tienda física propia
Abrir tu propia tienda para vender tus productos artesanales puede parecer el paso natural si te tomas esto en serio. Y en parte lo es. Una tienda bien montada te da visibilidad, cierta estabilidad y —con el tiempo— te puede convertir en un referente local dentro de tu oficio.
Una de sus mayores ventajas es precisamente esa: ser fácilmente localizable. Tus clientes sabrán dónde encontrarte, podrán volver cuando necesiten algo más o simplemente pasar a saludar (lo que muchas veces también termina en venta). Una tienda física puede ayudarte a construir relaciones más cercanas y recurrentes con la clientela, lo cual no es poca cosa en un mundo saturado de pantallas y mensajes impersonales.
Ahora bien, tener una tienda también tiene su lado oscuro, y conviene hablar claro. Para empezar, te obliga a mantener un horario de atención al público. Eso puede sonar asumible al principio, pero si además produces tú mismo lo que vendes, pronto descubrirás que las horas del día no dan para todo. A menos que puedas trabajar en el propio local —y que la afluencia de gente te lo permita—, tu capacidad de producción se verá reducida sí o sí.
Por otro lado, la viabilidad de una tienda física depende muchísimo de su ubicación, y la ubicación depende, a su vez, de lo que estés dispuesto (y puedas) pagar. Alquiler, luz, agua, tasas municipales, mantenimiento… todo suma. Y lo cierto es que, hoy en día, el pequeño comercio está de capa caída. Cada vez cuesta más atraer tráfico espontáneo, y si el entorno no acompaña —o si no tienes un plan sólido de captación de clientes—, podrías encontrarte con una tienda preciosa… y vacía.
En resumen, una tienda física puede darte identidad y estabilidad, pero también puede convertirse en una carga si no se dan las condiciones adecuadas. No es una decisión para tomar a la ligera.
2. Vender tus productos en tiendas ajenas
Otra forma de generar ingresos es colocar tus productos en tiendas físicas de otros. Suena bien: más puntos de venta, mayor visibilidad y, con suerte, más ventas. Pero como casi todo en este oficio, tiene letra pequeña.
Para empezar, tendrás que hacer de representante comercial de ti mismo. Eso implica buscar tiendas afines, contactar con responsables, presentar tus productos, negociar condiciones y, si todo va bien, mantener la relación en el tiempo. A veces tendrás que desplazarte para llevar la mercancía tú mismo; otras veces tocará gestionar envíos, lo cual suma tiempo y gastos.
Además, si trabajas en régimen de depósito, hay que estar preparado para ciertos riesgos: que tarden en pagarte, que se pierda mercancía, o incluso que no te paguen nunca. No siempre ocurre, pero cuando ocurre, fastidia.
Y no olvidemos lo más evidente: al vender a través de terceros, tu margen de beneficio se reduce. La tienda se queda con una parte del precio final, como es lógico. Eso significa que tendrás que ajustar muy bien tus precios para que te siga siendo rentable, sin que el producto se vuelva impagable para el cliente.
Como estrategia complementaria puede funcionar muy bien, pero no debe confundirse con una solución mágica. Es un canal más, con sus propias reglas.
3. Participar en ferias y markets
Las ferias y markets son una vía clásica —y todavía muy vigente— para vender productos artesanales. Las hay de todos los tipos: locales, temáticas, medievales, ecológicas, de diseño… Quizás más adelante profundice en los distintos formatos, porque dan para un artículo aparte.
Lo primero que hay que tener en cuenta es que la mayoría de estas ferias son estacionales. Suelen concentrarse en los meses de verano y durante las campañas navideñas, así que si quieres que esta vía sea rentable, tendrás que organizarte bien y aprovechar al máximo esos picos de actividad.
Participar en ferias implica bastante más que ir y vender. Hay que planificar con tiempo, montar un calendario, contactar con los organizadores, gestionar la inscripción y —en muchas ocasiones— pagar por el espacio. A eso hay que sumarle toda la logística: disponer de un puesto (o carpa), mesas, expositores, iluminación, transporte y, por supuesto, estar dispuesto a trabajar largas jornadas, muchas veces de sol a sol.
Las ventas en feria son impredecibles. Dependen del tipo de evento, del perfil del público, de la ubicación de tu puesto… e incluso del clima si es al aire libre. Puedes tener días espectaculares o jornadas para olvidar. Pero más allá de las ventas directas, las ferias también te dan visibilidad, feedback directo del cliente y oportunidades de contacto con otras personas del gremio.
Bien elegidas, las ferias pueden ser rentables y muy enriquecedoras. Pero si se abordan sin estrategia, pueden convertirse en un agujero negro de tiempo y energía.
4. Tu propia tienda online o marketplaces de terceros
Montar una tienda online puede parecer el camino lógico para vender tus productos hoy en día. Y lo es, pero no por ello es fácil. Al contrario: tiene sus propias exigencias y no es tan inmediato como muchos imaginan.
Para empezar, necesitas manejarte mínimamente con herramientas digitales: plataformas de ecommerce, pasarelas de pago, actualizaciones, mantenimiento… No es que tengas que ser programador, pero sí tener cierta soltura. Y si no la tienes, toca subcontratar. Eso implica un coste extra y, además, perder parte del control sobre tu escaparate digital.
En el caso de los marketplaces (tipo Etsy, Amazon Handmade, etc.), la ventaja es que ya vienen con tráfico incorporado, pero suelen quedarse con un porcentaje de tus ventas. Y competir en esas plataformas también requiere estrategia y esfuerzo: destacar no es fácil.
Tanto si montas tu propia web como si vendes a través de un marketplace, hay algo que no puedes ignorar: si no llevas tráfico a tu tienda, no vendes. Eso significa crear contenido de forma constante (fotos, vídeos, redes sociales, blog…), invertir en publicidad o trabajar muy bien el posicionamiento orgánico. Lo ideal suele ser una combinación de ambas cosas.
En definitiva, tener una tienda online no garantiza ventas, pero sí te da autonomía, alcance y control. Si estás dispuesto a invertir tiempo y energía en hacerla crecer, puede convertirse en uno de los pilares más sólidos de tu proyecto.
Y tú, ¿cómo lo haces?
Estas son solo algunas de las vías más habituales para vender lo que haces. Ninguna es perfecta, pero todas pueden funcionar si se usan con cabeza y se adaptan a tu momento vital y profesional.
En próximos artículos quiero hablarte de otras formas menos evidentes —pero igual de poderosas— de generar ingresos siendo artesano. Porque a veces, compartir lo que sabes también puede ser una forma de vivir de tu oficio.
Y tú, que estás leyendo esto…
- ¿Qué canales usas ahora mismo para vender tus creaciones?
- ¿Qué te ha funcionado mejor hasta ahora?
- ¿Hay alguna vía que te gustaría explorar, pero no sabes por dónde empezar?
Te leo en comentarios. O si prefieres, escríbeme por redes. Estoy deseando conocer tu experiencia.
Gracias por tu labor formativa Rubén! No sabes lo bien que vienen estos consejos para los que, como yo, estamos empezando a meter la cabeza en el negocio.
Un saludo compañero!!
Gracias Sergi!!! vuestros comentarios me animan a seguir con esto!
La verdad que yo llegué a la jubilación y a veces me preguntó cómo lo logré,
cuéntanos como lo hiciste Jesús! Tu experiencia sería un gran aporte. Saludos!